miércoles, 7 de abril de 2010

Un cuento de aventuras

1 comentario:

Unknown dijo...

La Expedición

Me encontraba navegando junto a mi tripulación (mis amigos y un cocinero llamado Li) por el sur del Océano Atlántico, cuando de repente estalló una tormenta y nos vimos obligados a buscar refugio en la isla más cercana. Fondeamos en una pequeña bahía. Al llegar a la isla encontramos una cueva donde pasar la noche.
Al día siguiente decidimos realizar una expedición de reconocimiento. Encontramos la desembocadura de un río y decidimos remontarlo. Una hora más tarde, tras una dura marcha por un terreno muy frondoso, llegamos a una zona despejada donde el río se dividía en dos. Paramos a descansar. Comimos unos frutos morados y grandes como peras, que por cierto estaban muy sabrosos, bebimos agua y discutimos qué íbamos a hacer a continuación.
Decidimos hacer dos grupos: Lucas, Sergio y yo seguimos el río hacia el norte, y Manuel, Juan y Rosendo hacia el sur.
El grupo que nos dirigimos hacia el norte encontramos una cabaña. Era vieja y estaba hecha trizas. Al entrar nos dimos cuenta de que había pertenecido a otro náufrago. Encontramos armas y un mapa de la isla con la marca de un tesoro cerca de un poste al sur de la isla.


Cogimos las armas y el mapa y regresamos a la cueva. Ya era mediodía y como no regresaban nuestros compañeros, salimos a buscarlos.
Remontamos de nuevo el río y nos dirigimos hacia el sur. Después de una larga caminata los encontramos dentro de un foso. Los ayudamos a salir. Estaban magullados y además Rosendo se había roto una pierna. Le sujetamos la pierna con una tabla de madera y decidimos seguir hacia el sur con ayuda del mapa y con mucho cuidado. Se nos hechó encima la noche y la oscuridad era tremenda, así que acampamos. Lucas fue a por leña. Entonces oímos los rugidos de una pantera.
-¡Está atacando a Lucas!-exclamó Juan.
Nos costó abatirla, pero lo conseguimos.
-Menos mal que encontramos las armas en la cabaña. -dijo Manuel.
Al día siguiente el reto al que nos teníamos que enfrentar era muy duro. ¡Había una grieta gigante en el camino!
-Es mejor que demos un rodeo por la Playa de Viernes y nos dirijamos al poste desde ahí.-dije yo consultando el mapa.
-¡Buena idea!-dijeron todos, y fuimos hacia allí.
Cruzamos la tranquila Playa de Viernes y nos dirigimos al Poste. Al llegar me coloqué en frente como indicaba el mapa y seguí sus instrucciones: 5 pasos Este, 8 pasos Norte y 2 pasos Oeste.
Todos nos pusimos a cavar y de repente ¡Bingo! Había un viejo cofre. No lo abrimos porque todavía no estábamos en sitio seguro.
Regresamos rodeando la isla por la Playa de Viernes y la Playa de las Tortugas, pasamos por la cabaña y llegamos a la cueva. Allí nos esperaba Li con un suculento sushi que nos había preparado. Después de haber comido y reparado fuerzas abrimos el cofre y…
¡¡¡Estaba lleno de joyas y oro!!!
¡¡¡Éramos ricos!!!
Y así volvimos a casa más ricos de lo que jamás habíamos soñado.

FIN!!!

Madrid, 6 de abril de 2010
Guillermo Pérez Castelló